Hermano (Marcel Rasquín)

Hará unos quince días que me fui al cine y compré la boleta para ver Hermano. Muchos han sido los comentarios. Más han sido los buenos que los malos. Pero en fin, avancé libre de predisposición a la sala. Inicialmente, el sabor que me quedó al terminar el film, es el de una película bien lograda, técnicamente impecable, con actuaciones bien definidas. Los planos secuencias son dinámicos, parecidos a los de la publicidad. En fin, es una muestra de que en Venezuela el cine está tomando otro color y otra matriz. Bravo por Marcel Rasquín, podrían decir algunxs.

La película transcurre básicamente en el barrio y describe la vida de dos hermanos para los que el futbol es el desayuno, el almuerzo y la cena. Desde éste argumento central se van hilando y entrelazando las problemáticas fundamentales de la vida que, más allá de la antropología barrial, hacen eco de las reflexiones individuales que se expresan en la cotidianidad de nuestros barrios. El valor de la película, es el trabajo de investigación previo al rodaje del film que recuerda, salvando las distancias y la presencia de la publicidad por emplazamiento, a los trabajos de Jorge Sanjinés, Victor Gaviria y Lisandro Duque Naranjo.

El guión, pese a las afirmaciones de Britto García (1), se desarrolla aparentemente inocente y sin ideología. Puede que ya lxs venezolanxs estemos acostumbrando al lenguaje audiovisual televisivo y que la composición del zapping como gramática cinematográfica (2) adquiera centralidad por encima del argumento que origina el film. Sin embargo, la trivialidad del argumento esconde un relato de mundo que nos coloca en la posición de mirar más allá del cuadro que presenta la imagen.

Dejemos de lado el ascenso social a través del deporte, la marginalidad, la inseguridad y la descarnada relación de dos hermanos que corporifican el bien y el mal. Hasta allí todo es divertimento. Hasta allí, la película sería una buena forma de pasar un domingo distinto. Pero situémonos en la esencia mesiánica que se desarrolla en el argumento. Cual prometeo, el hermano menor (Daniel) lleva la conciencia a la totalidad del barrio. Dispuesto a morir, busca la salvación de quienes le rodean. No faltarán los apóstoles que le acompañaran en su camino. No faltará Judas (Roberto) ni faltara Pedro (Julio). Tampoco faltará el vía crucis y la crucifixión.  Pero en esa disposición de morir para redimir el pecado original de haber nacido pobres, se esconde el argumento real de la obra: en un mundo fundamentalmente injusto, la salvación y la justicia son posibles a través del esfuerzo individual.

He aquí entonces una de las película mejor logradas del cine venezolano en los últimos años. Lo anterior es pura cháchara sociologicista. Como dijo en su momento Andrés Caicedo: “[…] el cine, de todas las artes, es la que más dificultades pone para adoptar ante ella un mecanismo de distanciamiento, y por lo tanto, de reconocimiento, por separado, de cada uno de los elemento que conforman la obra terminada, y por lo tanto también, de lectura cuidadosa” (3)

Notas:

(1) Hermano. http://luisbrittogarcia.blogspot.com/2010/08/hermano.html

(2) Marcel Rasquín  es miembro de la productora A & B. Su trabajo ha estado orientado básicamente, descontando sus cortometrajes, al área televisiva y publicitaria.

(3) Caicedo, Andrés (2009) “Especificidad del cine”. En Ojo al Cine. Colombia: Grupo Editorial Norma.

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