Archivo mensual: enero 2011

At The Drive In: post-hardcore armónico, brutal y estridente

Si algo me ha gustado siempre de la escena musical de Venezuela, si es que existe todavía, es la capacidad que las bandas tienen de hacer las cosas por sí mismos. El “do it yourself”, vieja ideología relacionada con el punk, ha tenido un eco bastante fuerte por éstas tierras. Pese al stablishment actual, el de los ministerios y el de las payolas, existe toda una gama de bandas que están desarrollando lenguajes musicales y experiencias interesantes a la hora de producir y distribuir sus discos. La tecnología ha facilitado las cosas y ahora, con un computador y el empleo de algunos gadget, se puede, fácilmente, grabar demos y maquetas en casa. Antes (15 años atrás) la cosa era diferente y el dinero alcanzaba apenas, en el mejor de los casos, para grabar un par de temas en un estudio, a veces maltrecho. Era la época de los Split en K7 y 7”, y de compilados como los de Haximú (1) y Rata Records (2). También era la época en la que las bandas se intercambiaban materiales a través de correo postal y eso se traducía en que al llegar a un concierto, podías comprar el material de la banda que ibas a ver, un compilado de bandas argentinas (por ejemplo) o un disco de alguna banda desconocida que te llamara la atención.

Por ésta última vía llegué a muchos de los grupos que en determinadas horas del día me animan a continuar haciendo, felizmente, las cosas que suelo hacer. Por esa vía conocí a la banda de screamo japonés Envy y luego, buscando algo de ellos en Internet, conocí a los de At The Drive In (ATDI). De ésta última banda tuve acceso a una canción. Me gustó el estilo y ninguno de mis panas la conocía. Me resigné a que esa canción era la única que podía escuchar. En teoría, fue uno de los primeros files MP3 que bajé de Internet antes de que existieran cosas como Napster, eMule o SoulSeek. Luego fui encontrando algunas cosas hasta que en esta semana me concentré durante toda una noche en Taringa! bajando su discografía, desde los splits y los EP´s hasta los discos, compilaciones y presentaciones en vivo.

ATDI ya no existe más. La banda se disolvió y sus integrantes formaron varios proyectos entre los que se encuentran The Mars Volta y Sparta. Ahora, mientras escucho, disciplinada y cronológicamente, cada una de sus producciones, siento un poco de nostalgia por esa época. No deja de sorprenderme el recorrido y la evolución de la banda. Desde el punk melódico del EP Hell Paso (1994) hasta el agresivo y experimental post-hardcore de Relationship of Command (2000) se van reconociendo las búsquedas e inquietudes musicales de los integrantes que la conforman. Allí no hay virtuosismo ni arrogancia. La música de ATDI es fuerza bruta, estridente y armónicamente no convecional que se mete por los oídos y los hace sangrar. Definitivamente, At The Drive In entra de lleno en mi cotidiana banda sonora.

Caracas, 19 de enero de 2011.

Notas

(1) Yo logré tener dos compilados realizados por Haximú que me fueron por amig@s. El primero de ellos llamado “Las Ideas no se Queman” un compilado que incluía varias bandas del “under” venezolano. El compilado en formato K7 traía un texto informativo sobre la masacre de Haximú ocurrida en 1993. El segundo compilado al que tuve acceso es el histórico “La Bronka Petrolera” que tenía material de bandas como Los Residuos, Risas, Época de Recluta, entre otros. El formato era también en K7 pero se lograron hacer algunas copias en formato de 7”.

(2) El compilado realizado por Rata Records se llamaba “Ruidos Bajo Suelo Guaro”. Fue lanzado en 1997 e incluía bandas como Sin Fronteras, La Revuelta, Circo Urbano, Bajo Cero y otros que no recuerdo.

Barquisimeto experimental: música en dos tiempos

Antes de que tuviera varias montañas de cd´s en casa y que me preocupara por digitalizar las cosas que, considerando tesoros, tengo en los K7 que aún conservo, había más tiempo para escuchar música. Cuando el LP giraba, (sí, soy de la última generación que compró LP), yo me quedaba con mis panas sentado al lado de las cornetas. Nadie tarareaba, nadie hablaba. Pasábamos gran parte de la tarde compartiendo la música que nos gustaba, y sobre todo, el silencio. Eso, pasaba mucho antes, cuando los Walkman eran unos aparatos carísimos. En esa época, no existían preguntas como: ey, bro! ¿y qué música nueva tienes por ahí? ¿Qué estás escuchando ahora?. Por esos días, la música se diseccionaba y se escuchaba una y otra vez. Y sí, la cosa era diferente. Si tenías la posibilidad de tener un walkman (y yo tuve la suerte de tener uno), empleabas tus noches para armar mixtapes. No había random, había playlist.

Pero no seamos nostálgicos. Todo eso ha cambiado desde que apareció el CD, el mp3 y los Ipod. Ahora uno puede llevar consigo un banco musical aproximado de 80 GB. La memoria del Ipod muchas veces decide por ti, y en otras ocasiones, tienes tanta música en el bolsillo que ya no sabes que escuchar. Ahora la gente, pareciera preocuparse por estar informada del último de lanzamiento de la movida Indie, punk, ska, metal-core, que se yo, post-rock y post-punk. Te gusten o no te gusten, los pones en tu Ipod. Capaz que muchos no llegan ni siquiera a escuchar una canción completa del disco. Eso, es decir, tener todo en tu Ipod, es ser “cool”.

Consumimos demasiada información, tanta, que no terminamos por procesarla en su totalidad. En esta particular esquizofrenia musical (¿post-moderna?), creo, es difícil, más no imposible, encontrar bandas que tengan un lenguaje sonoro propio, que construya y configure paisajes, que tenga propuesta y que expresen el desarrollo afectivo de una identidad construida y forjada por la búsqueda. Tal vez, por eso, uno termina en el YouTube, buscando, mirando y escuchando bandas “oldies”. Pero en fin, estoy en Barquisimeto, y me atrevería a decir que el 80 % de mis panas son músicos (y el otro 20 % es melómano). Uno se junta, habla, se echa los mismo cuentos de hace 10/15 años, y finalmente, termina sentado frente al computador paseando MySpace´s y YouTube´s para mostrarse las últimas cosas que se han escuchado. Así como el acto de crear música es colectivo (por más que alguien lleve alguna propuesta), el acto de escuchar música, por más que se haga en grupo, es un acto solitario en el que se digiere, se reflexiona y por último, se abandona la soledad, para abrir paso al compartir. Es por eso que cuando compartiendo con distintos panas, y en espacios diferentes, se hace referencia a bandas similares, uno sabe, definitivamente, que está pasando algo.

Primer tiempo

Ha pasado, un poco menos, de diez años desde que Jimmy, Carlos, Elián y Leo dejaron de compartir en Sonofunk. Por esa época, Los Amigos Invisibles acababan de sacar su The New Sound of Venezuelan Gozadera. Los noventa estaban finalizando, la época de oro del rock nacional ya anunciaba su debacle, ya no había Miércoles Insólitos y Cayayo estaba muerto. En ésta ciudad, cualquier cosa que tuviera asomos con el funk, sonaba a los Invisibles. En realidad, uno necesitaba caminar en contra-corriente, estar por fuera de la moda y los modismos. Así, uno sentía que era alternativo, y ser alternativo, era ser “cool”. Pero esa necesidad, también castraba la capacidad y los modos de oír. Las propuestas de las bandas muchas veces eran criticadas por el sólo hecho de querer avanzar en contra-corriente. Pero como dije, ya han transcurrido aproximadamente diez años y ahora las cosas se observan desde un lente diferente y más diverso.

¿Madurez?¿Vejez?¿Experiencia?. Sonofunk ya no existe y no recuerdo que hayan grabado algo. Lo cierto es que siguieron, por separado, haciendo música e investigando.

En el 2008, tal vez, Jimmy comenzó a organizar lo que actualmente es 6xElectrón. La propuesta, es básicamente experimental y desde allí comienza a tejerse y dibujarse el paisaje sonoro de la banda. Sólo tienen dos temas grabados y se pueden escuchar en su myspace. Si uno se limitara sólo a los temas, vas a sentir el espíritu de Vytas Brenner danzando entre compases y acordes. Algunas veces, resulta ser demasiado Onda Nueva para mi gusto. Pero definitivamente, es experimental y progresivo. La música crea atmósferas y genera afectividad y sentimiento. Los dos temas pasan de un soplón y te quedas con ganas de escuchar más. En lo particular creo que la propuesta sonora de 6xElectrón, pese a que reconocen a Vytas como influencia, tiene más similitudes y coincidencias con el viejo, y ya no tan olvidado, proyecto de La Banda Municipal (Gerry Weil). 6xElectrón se mueve en la dialéctica entre la tradición y la innovación para generar nuevos lenguajes sonoros, nuevos modos de oír y de comunicar.

Segundo Tiempo

A eso que llaman post-rock, llegué de la mano de mi primo Lucho. Por esa época compartíamos el mismo lugar de residencia y un buen día llegó con la noticia de que acababa de entrar en una banda. A mi pregunta por el tipo de música que hacían sobrevinieron unos cuantos discos que intentaban explicarme qué era eso del post-rock. No entendía mucho en realidad. Por esa época estaba comenzando a hartarme de las divisiones y subdivisiones de los distintos géneros musicales. Lo cierto es que supe que había algo llamado post-rock y que me primo estaba tocando eso. Igual, en mi computador, quedaron grabados algunos discos de Sigur Ros.

Tiempo después me entero, que en Barquisimeto, hay una banda llamada Tan Frío el Verano. En realidad, no es una banda, es un colectivo que está conformado aproximadamente por unas diez personas y combinan el Post-Rock, lo experimental, lo electrónico y las artes visuales y multimedias. Nunca he podido ir a uno de sus conciertos y recientemente estoy escuchando lo que, creo, es su primer EP: Invierno. Descargable de Internet, el disco está compuesto por seis temas y una propuesta gráfica bastante interesante. La música, básicamente instrumental, proyecta una imagen llena de texturas minimalistas en la que la diversidad de instrumentos presentes se juntan, se encuentran, comparten y se constituyen en una unidad. Para mi, Tan Frío el Verano, es el registro “organizado” del ruido salvaje y ambiente de una ciudad que está transitando hacia los horrores de la “modernización”.

Barquisimeto 05 de enero de 2011

Andrés Caicedo y José Roberto Duque: cuando los Cuentos son mucho más que ficción.

Ahora que las relaciones entre Colombia y Venezuela pasan por un momento de estabilización políticamente correcto, uno se cuestiona la deriva y las formas como se construyen y constituyen las relaciones internacionales. El cuento ese de que las “razones de Estado” son mayores a la profundización de la revolución no me lo creo. La coexistencia pacífica entre dos Estados que buscan construir modelos de sociedad distintos es una ficción. Colombia va a seguir jodiendo a Venezuela. No porque los colombianos sean malos, como cierta opinión pública asentada en los habitantes cree, sino porque el “gobierno” colombiano es la punta de lanza contra la insurgencia y los deseos del cambio social en América Latina.

Igual, las razones de Estado no lo son todo ni la profundización de la revolución pasa, necesariamente, por el Estado. Son las interconexiones, articulaciones y acciones que se van gestando en el quehacer cotidiano lo que afianza nuestros deseos y necesidades de cambio. También, como sin querer, individualmente se tejen tramas. Entre tanto nihilismo uno se refugia, por momentos, en la música, el cine o en la literatura para encontrar fuerzas para seguir andando. Puede que haya romanticismo en esto, pero la acción supera las jaulas analíticas.

Recién termina el 2010 y la costumbre de revisar lo hecho durante el “año viejo” se hace presente. Entre las uvas y la cerveza uno comienza por compilar, en géneros, las cosas que ha leído, visto, escuchado y realizado para generar un balance del año que termina. No hace mucho, estuve releyendo a José Roberto Duque y a Andrés Caicedo. Ambos son escritores. El primero venezolano y el segundo colombiano. Ambos son, por colocar un adjetivo, “políticamente incorrectos”. Los dos dicen y dijeron cosas que incomodan y subvierten las costumbres interpretativas. Ciertamente muchos dirán, de Andrés Caicedo, que son más valiosos sus escritos y críticas sobre cine que su narrativa de ficción. De José Roberto Duque, dirán que sus artículos “políticos” tienen, en la actualidad, más relevancia que sus crónicas rojas y ficciones. Y es ésta coincidencia la que cobra forma en mi mente mientras escribo éstas líneas.

Más allá de los distintos ámbitos en los que se desarrollan y desarrollaron (1) ambos escritores, el valor de sus notas, artículos y cuentos para mi, se encuentra, justo en que, bien sea en el cine, la política o la “ficción”, ambos lograron y logran narrar el momento histórico. Ambos son básicamente cronistas de una época. Entre Qué Viva la Música de Andrés Caicedo y Salsa y Control de José Roberto Duque seguro que hay unos 20 años de diferencia. Sin embargo para mí, son dos hermanos que convulsionan por describir e interpelar la realidad que nos rodea. Frente a la “correcta política” internacional y las razones de Estado, las crónicas de Caicedo y Duque se hermanan en el terreno volcánico de la insurgencia.

Barquisimeto, 03 de enero de 2011

Notas

(1) Presente y pasado porque El Duque está vivo y Caicedo está muerto

Entre Payolas y Memorias el Ska-jazz venezolano tiene partida de nacimiento: reseña extemporánea de Mr. Swing and the Bongo Clan

Decir que el estado Lara tiene una peculiaridad para la música, es algo trillado y que no está en duda. Es la “capital” musical de Venezuela. Pero decir que el estado Lara tiene una peculiaridad para el rock, el jazz, el ska, el Indie, etc., es algo que para los que no están en la “movida” resulta un poco extraño. Incluso, el habitante promedio barquisimetano, por citar sólo alguna localidad de los municipios, a veces desconoce esta peculiaridad que se hornea en el crudo underground larense.

Vamos, que yo no me sé toda la historia. A principios de los 90, yo era sólo un niño de 8 años. Nunca llegué a ver a La Contra, ni al Pacto (en su primera formación) en vivo. Tampoco, tuve la edad suficiente para conocer al Kiosco Alternativo en todo su apogeo y lo que conservo son viejos ejemplares del Insulso, el Provo y el Caleidoscopio que me han regalado en todo éste tiempo. Y ni por refilón, fui a ver el “estreno” del revoltoso video que hicieron un par de muchachas que se graduaban de diseño gráfico en el Newton. Lo vi mucho tiempo después en casa y en VHS.

Lo cierto, es que más allá de Dudamel y del Sistema de Orquestas Juveniles, en el estado Lara existe una movida “alternativa y alterativa” que, de a poco, ha ido madurando sin perder su jovialidad. Sin perder su “teen spirit”, las bandas, menos pretenciosas, siguen ensayando en sus casas y con los equipos que han ido comprando según sus posibilidades económicas. Recién se están creando salas de ensayo y ya los estudios de grabación han alcanzado una calidad que no tienen nada que envidiarle a los suntuosos estudios de California y New York. Pero, en fin, nuestra intención no es la de describir las posibilidades técnicas que se han desarrollado en los últimos años en esta provincia centro-occidental venezolana.

Eso que, actualmente, se llama Neofolclore y sirve para cumplir con los mandatos de la Ley Resorte, se fundó en Barquisimeto y Carora, de la mano de bandas como El Pacto, Dekhalafarys y los Negro y Blanco (ahora Radio Candela). Pero eso no es todo, porque histórica fue la movida punk larense, y más histórica y mítica la historia del Ska en la región. Sin ánimos de parecer regionalista, creo que el Ska-Jazz, tiene partida de nacimiento en Barquisimeto cuando gente del oeste de la ciudad y de la mítica Cabudare, se juntaron para combinar los estilos musicales que les gustaban. Me dirán que son mis panas, que los quiero burda, que soy más pana que flipper. Pero, aproximadamente, desde el año 1998, Mr. Swing and the Bongo Clan, ha venido experimentando y creando un lenguaje propio en lo que al Ska y el Jazz respecta.

La formación ha cambiado considerablemente desde que comenzaron. Ya dejaron de tener una cantante, y ahora de vez en cuando, la guitarra toma el micrófono para completar el set de temas. Particularmente me parece que el haber descentrado la armonía vocal para enfatizar la totalidad del grupo, les ha permitido desarrollar un lenguaje musical armónico, compacto, digerible, y no por ello, menos experimental. Los Mr. Swing, investigan, reflexionan y se joden entre ellxs para otorgar unidad a la diversidad de propuestas compositivas que provienen de sus integrantes.  La improvisación es, desde siempre, el fuego sagrado de su creación. Sin eso, el Ska-Jazz cojearía de la pata izquierda.

Poco más de un año ha pasado desde que sacaron su primer disco y ya tienen material para armar un nuevo. Mr. Swing, no es una fábrica de componer temas. No. Mr. Swing and the Bongo Clan, es una fábrica de paisajes sonoros que interpela nuestra realidad y abre una línea de fuga en una “movida” que cada vez es más espectáculo y menos vida. Más payola que música sentida. Más snob que movida real y constituyente. Mr. Swing, es un grupo de panas que se juntaron para hacer lo que les gusta y lo siguen haciendo. Seguramente, los Mr. Swing, son mis panas y por eso escribo esto.

Barquisimeto 03 de enero de 2011